Sin embargo, las políticas públicas de energía topan con diversos obstáculos: han de reconciliar objetivos muy distintos, atender consideraciones medioambientales y velar por la competencia nacional e internacional.
Por otra parte, el sector se enfrenta a ciertas cuestiones críticas: una regulación ineficaz y una concentración del mercado que da lugar a una competencia imperfecta.
Si esto no bastara la aplicación distorsionada de la regulación y del control de fusiones está dificultando artificialmente la reestructuración del sector. Además, hay un elevado y creciente nivel de dependencia de fuentes de energía importada, en especial del gas; el progreso de liberalización en la comercialización a particulares está siendo lento; y, además, es necesario desarrollar una política coherente que incentive una combinación adecuada de tecnología en la generación de energía a medio y largo plazo.
El contexto
En Europa la subida de los precios del carburante y el consiguiente aumento del precio de la electricidad, sumado a la falta de competencia en el sector, han provocado un intenso debate sobre cómo mejorar la regulación y conseguir una competencia más efectiva en la industria energética. Además, Europa está experimentando una fuerte dependencia de gas importado, principalmente de Rusia, aunque también de otros países. Esta situación también afecta a España, debido sobre todo al impacto del precio internacional del petróleo en el gas importado.
La convergencia creciente entre gas y electricidad, en especial a nivel mayorista, aumenta la competitividad en ambos mercados, pero también provoca que las variaciones de precio en uno afecten al otro. España, además, presenta problemas estructurales, como un gran crecimiento de la demanda de electricidad, niveles limitados de interconexión con otros países europeos y un alto nivel de concentración. Por otra parte, existen distorsiones reguladoras significativas de la competencia en el mercado.
Pero no todo es negativo. Como apuntan los autores, las energías renovables (eólica y más recientemente, solar) están creciendo de forma considerable. Por otra parte, la importación de gas natural líquido (LNG) y las infraestructuras asociadas a la regasificación experimentan una rápida expansión, convirtiendo a España en uno de los líderes en esta área a nivel europeo.
Recomendaciones
Del análisis de los autores se desprenden cinco recomendaciones para dinamizar el futuro del sector energético español:
- Estimular una combinación equilibrada de energías y un control de la demanda. Habría que diversificar aún más las fuentes de energía, es decir, seguir promoviendo las energías renovables, y aumentar los incentivos al ahorro de energía.
- Ajustar las tarifas en función de los precios del mercado para evitar una mayor acumulación del déficit tarifario; esto permitiría, además, una liberalización más efectiva y rápida tanto de los mercados de gas como de electricidad. El hecho de que los precios del consumidor final se hayan bajado artificialmente durante mucho tiempo en España, unido a la ausencia de tarifas por tiempo de uso, ha conducido a unos niveles excesivos de demanda y ha provocado que la capacidad de las instalaciones resulte insuficiente.
- Implantar políticas para mitigar el poder de mercado y hacer más efectivo el sector. Un ejemplo de estas medidas, introducidas por el gobierno y dirigidas a proveedores, podría ser el ofrecer contratos de centrales virtuales (VPP) de mayor duración.
- Promover una estructura eficiente de empresas y mercado. Deberían eliminarse impedimentos artificiales, tanto legales como de regulación. Esto permitiría realizar reestructuraciones corporativas eficientes en el sector y responder a las tendencias tecnológicas y de mercado.
- Mejorar la estabilidad reguladora. La promoción de esta estabilidad a lo largo del tiempo evitaría la incertidumbre actual sobre muchas áreas. Por ejemplo, el control de fusiones no se aplica sobre una base consistente. Además, la política de tarifas reguladas de electricidad debería dirigirse a alcanzar un mercado energético más eficiente y competitivo, no a lograr el control de la inflación.