Scroll Top

Nacho Torras e Isabel Lombana: el arte de la filantropía con un propósito definido

Cuando se trata de filantropía y de compromiso con la comunidad, el antiguo alumno del IESE Ignacio (Nacho) Torras y su esposa, Isabel Lombana, han conseguido llegar muy lejos. Desde la financiación de investigaciones académicas, bellas artes y ópera hasta su labor de concienciación acerca de las personas neurodivergentes, Nacho e Isabel son un tándem dedicado al impulso del cambio positivo.

Cuando Nacho Torras, emprendedor e industrial de la promoción del Global CEO Program (GCP-13), abandonó su Barcelona natal para viajar hasta Salvador de Bahía en Brasil en sus años de adolescente, no podía imaginar que un día compartiría escenario con su Majestad la Reina Doña Sofía para recibir el Premio Reina Sofía a la Excelencia.

Y, sin embargo, esto mismo sucedió el 17 de mayo de 2023 en el Museo de Bellas Artes de Houston ante 500 invitados que celebraron su labor y la de otros galardonados como Gloria y Emilio Estefan y la prestigiosa comisaria de arte Mari Carmen Ramírez.

Su carrera hasta llegar a Houston ha sido larga y rodeada de obstáculos, pero el deseo de Nacho e Isabel de impulsar un cambio positivo siempre se ha mantenido firme. El respaldo que han ofrecido a los ecosistemas de innovación del IESE Barcelona es una de las muchas muestras de su generosidad. 

Filantropía con un propósito claro

El principio que guía a Nacho e Isabel se resume en estas palabras: “Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá”. La pareja trabaja en equipo a la hora de decidir hacia dónde dirigir su generosidad. Con una visión “renacentista” de la filantropía, han contribuido a financiar escuelas, investigaciones académicas, museos de arte, programas de ópera y campañas de concienciación acerca de las personas neurodivergentes, entre otras iniciativas.

Este último proyecto es el más querido para ellos, ya que son padrinos de dos chicos con espectro autista. Junto con los galardonados hermanos Roca, en 2019 abrieron la heladería Rocambolesc Gelateria en Houston, donde una plantilla de personas neurodivergentes sirve cordialmente a los clientes las creaciones gurmé del local.

El principio que guía a Nacho e Isabel se resume en estas palabras: “Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá”. La pareja trabaja en equipo a la hora de decidir hacia dónde dirigir su generosidad.

La experiencia positiva de Nacho en el Global CEO Program y la pasión que ambos sienten por Barcelona son los motivos que los llevaron a respaldar los ecosistemas de innovación del IESE Barcelona. Dirigida por el profesor Joan E. Ricart, esta iniciativa tiene como objetivo fomentar las colaboraciones entre el sector público y privado aprovechando la experiencia de los equipos multidisciplinares para ayudar a encontrar nuevas soluciones a los principales desafíos del mundo.

“Nuestro deseo es avanzar en dos objetivos básicos con este proyecto”, explica Nacho. En primer lugar, ayudar a Barcelona a convertirse en la mejor ciudad del mundo. Ya es famosa por aspectos como la infraestructura, los sistemas de comunicación, la agenda medioambiental, los programas de vivienda, la gastronomía, el turismo y la educación, entre muchos otros.

En segundo lugar, y más importante aún, crear un diálogo abierto con los responsables de las decisiones de la ciudad, independientemente del color que gobierne, y trabajar como asesores políticos. Si construimos puentes entre las esferas pública y privada, podemos ayudar a Barcelona a convertirse en un referente mundial de los ecosistemas de innovación y en una inspiración para otras ciudades”.

De Salvador de Bahía a Houston

Nacho remonta sus raíces a Barcelona, mientras que Isabel procede de Ciudad de México. Después de su boda a finales de los años ochenta, se instalaron en São Paulo, donde Nacho compaginó su trabajo académico en Económicas con su labor en la empresa de su padre, especializada en el comercio de productos químicos.

Desafortunadamente, su padre falleció de ELA en torno a esta época. Posteriormente, Nacho recibió una oferta laboral de una empresa comercial de gasolina en Houston. Con pocos conocimientos de inglés, decidió aplazar su carrera, cerró la empresa de su padre y se embarcó en una nueva aventura con Isabel en Texas.

De comerciante a emprendedor

Nacho e Isabel se instalaron en Houston, donde criaron a sus cuatro hijos: José Luis, Isabel, Ignacio y Ana. Allí, Nacho también se forjó una exitosa carrera como vendedor de productos químicos. Después de varios años en la firma, decidió que era hora de establecerse por su cuenta.

“Llamé a Isabel y le dije que tenía buenas y malas noticias”, cuenta Nacho. “Las buenas noticias eran que a partir de ese momento seríamos independientes y fundaríamos nuestra propia compañía. Las malas eran que no teníamos dinero”.

Isabel calculó las finanzas anuales que necesitaban para sustentar a una familia cada vez más numerosa. “No tenía una hoja de ruta definida, pero sabía que podía conseguir esos números”, recuerda Nacho. “Mi familia me apoyaba y tenía una trayectoria profesional sólida de diez años de experiencia. Lo único que me faltaba era un poco de capital para empezar”. Afortunadamente, su madre aceptó prestarle el dinero.

Tricon Energy se fundó en 1996 con un equipo de cuatro personas. “Al principio decíamos que nuestro objetivo principal era no tener que pedir a mi madre más dinero”, recuerda con una carcajada.

Por suerte nunca tuvieron que hacerlo: tras cubrir gastos el primer año, la empresa creció rápidamente hasta operar a nivel internacional con gran éxito.

La evolución de Tricon Energy 

En la actualidad, Tricon es el segundo distribuidor de productos químicos más importante del mundo, con unos ingresos anuales de más de 12 000 millones de dólares. Su alcance global es inmenso e incluye 28 oficinas, 600 empleados y operaciones de ventas en 123 países.

Aunque Isabel no ocupa un puesto oficial en la empresa, ha desempeñado un papel fundamental en su éxito. Con el paso de los años, ha respaldado el intenso calendario de viajes de Nacho, ha organizado los incontables almuerzos y cenas de la empresa y, lo más importante, ha liderado el cuidado de su familia, que siempre ha sido su prioridad.

Nacho formó amistades duraderas en el IESE: “Solo estoy en tres chats de grupo de WhatsApp: el de mi familia, el de los compañeros del instituto y el de los amigos que hice en el GCP”.

Quince años después de su creación, Tricon seguía creciendo en tamaño y complejidad, lo que hizo que Nacho decidiera matricularse en el  Global CEO Program para ampliar su formación teórica. Durante el programa, obtuvo nuevos y valiosos conocimientos, así como una amplia red de nuevas conexiones y amistades duraderas, tal y como demuestra su participación en WhatsApp: “Solo estoy en tres chats de grupo: el de mi familia, el de los compañeros del instituto y el de los amigos que hice en el Global CEO Program“.

Conviértete en el cambio que quieres ver

La profunda tradición de colaboración comunitaria de Nacho e Isabel y su generosidad les han reportado una larga lista de distinciones. Aunque reciben estos galardones con satisfacción, se sienten especialmente agradecidos por la fantástica plataforma que suponen a la hora de compartir sus valores familiares y promover una definición de éxito más significativa y amplia.

Para nosotros, el éxito es el amor a la familia, a nuestra comunidad religiosa, ayudar a los demás y hacer lo posible por avanzar en la dirección correcta.

“El éxito suele verse a través de la limitada óptica del glamur”, asegura Nacho. “Para nosotros, el éxito es el amor a la familia, a nuestra comunidad religiosa, ayudar a los demás y hacer lo posible por avanzar en la dirección correcta. Cualquier persona puede hacer del mundo un lugar mejor y servir de modelo para otra”.