Ucrania, el precio de la energía y la reforma laboral, tres cuestiones que marcan el inicio de 2022

"Rusia ya no es una gran economía, pues no tiene un peso mundial significativo" pero sí los recursos energéticos que usamos en Europa. Tras la invasión y ocupación de Crimea, ha llevado una estrategia económica de aislamiento internacional y saneamiento, delimitando, por esa vía, su dependencia internacional". Así se expresó el profesor del IESE Jordi Gual en la sesión Perspectivas para el 2022: ¿Una economía pospandémica?, que impartió junto a su colega Nuria Mas.

Abordaba, así, la cuestión de más rabiosa actualidad: las posibles sanciones por el conflicto en Ucrania. Según Gual, dado que Rusia ha mejorado su situación en cuanto a reservas exteriores y tiene menos dependencia comercial exterior --importa y exporta menos--, las sanciones le no van a afectar demasiado. Tiene, además, el presupuesto en orden y una deuda pública muy controlada; solo una parte pequeña de la misma está en manos extranjeras.

"Lo que sí supone una conexión con Occidente", subrayó el profesor, "es la necesidad que tenemos de su petróleo y, sobre todo en el caso de Alemania, del gas". También hay vínculos financieros: algunos préstamos privados, en gran medida entre ciudadanos y empresas rusos y entidades bancarias de Occidente. Por tanto, en esa dirección es posible que haya tensiones significativas.

La energía es la base

Tal es el impacto de la energía que ambos profesores coincidieron en señalar que, si las cifras de inflación han subido en España, es por efecto de los componentes energéticos, pues se trata de un país que los importa en su mayoría. En consecuencia, "todos, como un colectivo, nos empobrecemos, por mucho que tratemos de hacernos trampas al solitario y mantener nuestra renta", aclaró el profesor Gual. Sobre todo, los que tengan menos capacidad de negociación "son los que verán su renta real disminuir".

Esa sería la razón por la cual el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, habría hablado de un pacto de rentas. La alternativa más liberal sería que pagasen más los sectores que hacen un uso más intenso de la energía y los hogares con más metros cuadrados --en definitiva, que pagasen más los que gastan más energía-- para animar a su uso racional. Sin embargo, para el profesor, "no está claro que tal cosa vaya a funcionar en una economía como la nuestra, con mucho corporativismo".

Tales dificultades se suman a los efectos de la pandemia. Según Mas, no vamos a recuperar los niveles de PIB previos hasta principios del 2023: "En el tercer trimestre del año pasado, el PIB español estaba a 5,9 puntos porcentuales por debajo de la etapa prepandemia. Hemos crecido mucho, pero nos queda aún bastante por recorrer".

El trabajo es la solución

La clave de cualquier problema en el que podamos pensar pasa por generar mucho empleo, apuntó la profesora Mas. Sin embargo, actualmente, solo un 59% de las personas en edad de trabajar están ocupadas. Se necesitan más puestos, y de valor añadido. Esa es la vía para conseguir ser una referencia para los mejores, pues "estamos en un mundo donde distintas ciudades --porque suelen ser ciudades-- compiten entre ellas para atraer el talento", apostilló la profesora.

La reforma laboral podría ayudar en ese sentido, pues va a reducir la temporalidad, "y eso es algo en principio deseable, si bien lo más importante es tener en cuenta que va a transformarse en otros tipos de contratos", puntualizó la profesora Mas. Para que esos acuerdos se conviertan en puestos de calidad --estables y de larga duración--, los trabajadores deberán ser atractivos para las empresas. Serán fundamentales, en definitiva, los factores de la productividad y la formación, sobre todo para los jóvenes. "El paro en España alcanza el 13,3%, sí, pero para los jóvenes es casi el doble. Por tanto, se trata de uno de nuestros grandes retos", finalizó.